Las cosas que nunca decimos…

… o que simplemente preferimos callar porque tenemos miedo de expresar. Tómate un respiro y descubre la magia de conectarte y tomar un segundo aire para mirar la vida desde otro ángulo.

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Hay muchos temas que omitimos tocar porque nos resultan dificiles… de ver y reconocer.

Elegimos no contar, preferimos callar y nos llenamos de excusas para no escuchar nuestra alma… optamos por ocupar nuestra cotidianidad y darle paso a las labores diarias, a los medios digitales o a mirar peliculas y series para llenar nuestro tiempo, tal vez alguna vez se trate de escuchar a nuestros hijos y familiares o quizás de prestar ayuda o de consolar a alguien que se encuentra en alguna situación de las que se consideran “difíciles” como la pérdida de un ser querido, la falta de trabajo, de dinero o una enfermedad grave. Por muchos motivos, dejamos de lado nuestras emociones y pretendemos ignorar cómo nos sentimos frente a situaciones que por lo «comunes» se tornan cotidianas y lentamente nos van endureciendo por dentro.

Tal vez se trate del fastidio que nos produce el trabajo diario, o de alguna dolencia física que nos limita, del miedo de afrontar algún problema o de algún otro suceso que marcó nuestra personalidad en un determinado momentos de nuestra vida… de muchas formas intentamos huir y mostrar una fachada feliz o por lo menos, conforme y no tan llena de problemas y preguntas sin resolver.

Y es que realmente debemos buscar esos momentos de acercamiento con nuestros allegados, una charla, un café, son encuentros que nos acercan y permiten que fijemos nuestra atención en ese instante para dejar de lado por un rato nuestros propios razonamientos y establecer una conección más liviana, algo asi como un segundo aire para no caer en el circulo vicioso de la tristeza, la ansiedad o la desesperanza.

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En realidad nos beneficiamos muchísimo de estos espacios de interacción con otras personas. Está bien eso de tomarse el tiempo para escuchar a alguien y pasar tiempo enfocados en otros temas, desde los mas triviales hasta los menos faciles, es bueno escuchar las experiencias de otros porque nuestra perspectiva se modifica y nos damos cuenta de que quizá no lo estamos pasando tan mal después de todo. Y de otra parte, quien es escuchado percibe interés y atención, lo que resulta extremadamente agradable y beneficioso, as[i no se salga con la solución en el bolsillo.

Esa ha sido mi propia experiencia y por eso la comparto. Como mujeres nos encontramos con mucha frecuencia frente a la necesidad de reunirnos con nuestras amigas cercanas y “descargar” nuestros dolores o preocupaciones con ellas. Muchas veces ni siquiera se trata de temas complicados, pero sí de compartir ese rato y ventilar aquellas cosas que nos inquietan o de las cuales queremos saber otras opiniones o experiencias.

Esa es la magia de las amigas. Es como si recibiéramos un elixir o una pastilla mágica a través del cafecito de la tarde, de la llamada o de la cita para almorzar o tomar algo juntas. No importa qué se hace, sino con quién(es) porque al final, esa tertulia llena de aire fresco nuestra vida y nos regala un espacio para el encuentro y la conexión que anhelamos.

No tengo idea como manejen sus relaciones amistosas las jovencitas de hoy, pero estoy absolutamente segura de que a nosotras las que ya “acumulamos mucha juventud”, nos resulta indispensable ese contacto de amistad profundo que va más allá de las apariencias. Ese que nos permite ventilar nuestras dificultades y compartir nuestros retos y mirarnos a nosotras mismas con la seguridad de que esos ojos que nos observan del otro lado, captan la dimensión de nuestro sentir y con benevolencia nos ayudan a recomponernos para tener una mirada esperanzadora en el futuro que hasta ahora se nos antojaba gris y sin respuestas.

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